El otro día recordé en un training el cuento de los Tres Filtros. Un cuento que escribí en «El Jardinero en la empresa» y que, aunque no es de cosecha propia, no puedo dar crédito a su autor porque no conozco de quién se trata. Se trata de uno de esos cuentos cortos discípulo-maestro, que nos ayuda a entender algunas de las cosas que nos ocurren en el día a día. Como casi todos los cuentos de este tipo guarda una enseñanza bastante profunda…
Hoy es uno de esos días que se han acabado llenando hasta horas insospechadas. Desde ahora (8 a.m) hasta las 00:00 de la noche me esperan 3 reuniones virtuales con miembros de un equipo internacional, 1 reunión presencial en Valencia con un cliente que quiere que seleccionemos a un responsable comercial para su empresa, varias horas de trabajo de oficina, ir a Tarragona a realizar una conferencia y volver, ya que mañana tengo que estar de nuevo en Valencia para realizar el programa «Los 7 Errores que cometemos al vender«. A veces no sé como el día me da para tanto. Es cuestión de organizarse me digo… Al final todo sale como uno desea, si mantienes el foco en tus objetivos, y además, disfrutas.
Desde que estoy conociendo más a fondo el budismo, a través del programa de meditación Shiné del Monasterio Sakya Tashi Ling, me doy cuenta de la fuerza de algunos temas que a veces pasamos desapercibidos, en este caso del poder de la palabra. Podríamos decir que hablamos demasiado, y que en demasiadas ocasiones nuestras palabras están cargadas de negatividad, bien sea hacia nosotros mismos o hacia los demás.
Al final, uno descubre que el silencio es lo mejor que se puede decir cuando no es necesario decir nada. Llenar los vacíos de palabras es tan cruel como querer llenar una sala perfectamente decorada, de más muebles y trastos que no utilizamos. Hoy reflexiono sobre el poder de la palabra con este cuento que aprovecho para regalarte:
El poder de la palabra. El cuento de los Tres Filtros
“Un discípulo llegó muy agitado a la casa del maestro:
– ¡Maestro! Quiero contarte algo…
El Maestro lo interrumpió diciendo: – ¡Espera! ¿Ya hiciste pasar a través de los Tres Filtros lo que me vas a decir?
– ¿Los Tres Filtros…?
– Sí – replicó el maestro. – El primer filtro es el de la VERDAD. ¿Lo que vas a contar es un hecho real o es una opinión de alguien?
– No… lo oí decir a unos vecinos…
– Al menos lo habrás hecho pasar por el segundo Filtro, que es el de la BONDAD: ¿Lo que me quieres decir es bueno para mí?
– No, en realidad no… al contrario…
– ¡Ah! – interrumpió el maestro.- Entonces vamos al último Filtro. ¿Es NECESARIO que me lo cuentes?
– Para ser sincero, no…. Necesario no es.
– Entonces -sonrió el maestro- Si no es verdadero, ni bueno, ni necesario… olvidémoslo”
Que tengas un gran día
12 comentarios en “El poder de la palabra y el cuento de los Tres Filtros”
Brutal.
Gracias
Muchas gracias Susana, un placer.
maravilloso cuento. tres filtros que de debiéramos aplicar en nuestra vida diaria.. hoy empiezo
Muchas gracias
Vamos a ello Carmen! que vaya muy bien!
No sé cómo te da el día para tanto, yo creo que ni con mucha organización podría! Mi más absoluta admiración.
Por cierto, un fantástico libro «El jardinero en la empresa». Ahora ando inmersa en «La empresa que quería salvarse y no sabía como».
Un saludo y mucho ánimo para el día!
Hola Beatriz! Gracias por tu admiración! Yo también te quería dar las gracias por la constancia al leer este blog, y al participar en él. Espero conocerte pronto Beatriz, un fuerte abrazo
Yo tenía entendido que eran los tres filtros de Socrates. Gracias
Pues entonces ya está claro! le hemos encontrado el autor! Gracias Raul, que tengas un gran día!
Hace mucho, en un librito bellísimo (La ceremonia del té y la vida cotidiana (o algo así)), lei un cuento que decía más o menos esto:
Llega un discípulo a un templo zen cuya regla era el silencio y sólo se podían decir dos palabras por cada año. Los venerables (dos) le dan las tareas que deberá realizar ese período y al finalizarlo, le preguntan las dos palabras. El discípulo piensa, y dice: Comida fría. Los venerables se maravillan de cómo el muchacho estaba progresando y pudiendo resumir tan bien sus vivencias. Al cabo del próximo período de 12 meses, cuando le preguntan las dos palabras, el alumno, muy concentrado al fin responde: Cama dura. Todas las observaciones eran bienvenidas en el monasterio y los monjes trataban de mejorar la estadía de los alumnos. Cuando llegó el fin del tercer año, y le preguntan al muchacho sus dos palabras para esta reunión, éste dice: ME VOY. Cuando los venerables quedaron solos, el mayor expresa: Esto se veía venir! Estaba todo el tiempo quejándose!
Que tengas muy buena jornada! Gracias por tu dedicación en este blog.
Filo, desde Argentina
Oh! me lo apunto Filomena! Me encanta el cuento, gracias! Qué comentario tan enriquecedor por tu parte, un abrazo!
muy bueno 😀
😉