La mayoría somos especialistas en tener intenciones, pero muy pocas personas son buenas en marcarse objetivos. Me asustan mucho las intenciones, me recuerda a la frase que decía el maestro Yoda a Luke Skywalker «Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes»…
Es muy peligroso hablar de intenciones, la pena es que en nuestro entorno profesional y en nuestras empresas estamos todo el día hablando de ellas: «vamos a vender más», «vamos a orientarnos más a nuestros clientes», «tenemos que tener una mejor comunicación»… y una larga lista de deseos que difícilmente se cumplirán. La diferencia radica en el compromiso, el compromiso es lo que hace falta para que una intención se convierta en un objetivo.
Uno de mis mayores aprendizajes ha sido que todos los «tendría…» o «debería…» son cosas que en realidad no quiero hacer. Por lo que trato de eliminar esas expresiones de mi lenguaje, o lo hago o no lo hago, pero nada de «César deberías…», «César tendrías que…». A veces es mejor, siendo muy gestáltico, aceptar que algo no te apetece y no va contigo hacerlo. Y si sí que va contigo, entonces a por ello.
«Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes» Maestro Yoda
En las empresas y en la vida me gusta hablar de objetivos. Si vamos a mejorar la atención a nuestros clientes:
-¿Cuándo?
-¿De qué forma?
-¿Cómo?
-¿Cómo mediremos el resultado?
-¿De qué clientes exactamente?
Los objetivos para que se puedan hacer realidad tienen que ser muy específicos, medibles y definidos en el tiempo, y además tienes que querer hacerlos, estar comprometido con ellos y tener un pequeño plan de actuación. De lo contrario no tendrás objetivos, tendrás intenciones…
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