Creemos que vivimos la vida gestionándola, dirigiéndola y siendo dueños de nuestros propios pensamientos, pero todo es más difícil de lo que parece, tenemos una mente ingobernable con la que convivir y la que dirige el 99% de nuestras acciones.
Nuestro día, nuestras semanas, nuestra vida en definitiva está altamente condicionada por la calidad de nuestros pensamientos. Una mente en la que existe rabia, envidia y rencor dará lugar a una vida llena de conflictos, desencuentros y enfados. Una mente en la que existe calma y alegría dará lugar a una vida más plena.
Esta mañana después de despertarme leía algunas palabras de un libro que voy acabando «La esencia del silencio» de David Díaz Rodríguez. No tenía referencias de este libro, pero me lo recomendó Amazon. Quizás sea uno de esos libros autopublicados que tanto se ven hoy en día y que no llegan a tener mucho éxito, pero me pareció muy interesante. Su lectura ha sido placentera y profunda en contenidos.
La cuestión es que lo que leía esta mañana tenía que ver con la mente, y subrayé algunas palabras:
«No se puede confiar en la mente hasta que no haya sido entrenada. Si navegas en sus aguas es posible que tengas la sensación de correr sin que te empujen. Corres buscando algo que ni siquiera conoces»
«Es mejor creer en el silencio que en la mente. Puedes creer en ella después de que sea educada, no antes».
«A la mente humana regresas abrumadoramente los mismos pensamientos que el día anterior»
«Cuando vives en la mente y sus laberintos pierdes la sensibilidad; la intuición muere. Te vuelves automático, monónoto, serio, aburrido y lineal. En este estado las cosas más importantes de la vida están ante ti y no puedes verlas. No puedes porque te encuentras muy ocupado en la cabeza»
«Como esclava del ego la mente se siente convencida de que algún día será más espiritual que hoy»
«¿Cuál es el problema? La mente no sabe nada. Si vives en su dualidad, no puedes conocer ni distinguir lo que es verdadero de lo que es ilusorio.
«Las grandes verdades espirituales se caracterizan por su abundante simpleza»
Nuestra mente es bastante ingobernable
Como puedes observar, el libro, aunque breve tiene reflexiones interesantes.
Después de la lectura, ha llegado el turno de la meditación de cada día. Y aunque uno ya es consciente de la cantidad de vericuetos, rincones y lugares oscuros que hay dentro de sí mismo, quizás hoy he sido un poco más consciente de cómo funciona mi mente. Quizás leas esto y pienses que estoy loco, o quizás también te identifiques conmigo porque tú también tienes una mente que va por lugares difíciles de gobernar.
Confusión. A primerísima hora de la mañana es fácil meditar, pero si llevas una vida bastante exigente contigo mismo, cuando te despiertes y te pongas a meditar lo más fácil es que te encuentres confundido del torrente de pensamientos que encuentras.
Sueño. Esta mañana he estado a punto de caer dormido. Menos mal que la posición de medio loto evita bastante que esto ocurra, si hubiera estado tumbado seguro que habría sido así. Cerrar los ojos y entrar en el silencio hace que tengas muchas probabilidades de dormirte, es normal.
Miles de pensamientos. A veces me sorprendo de cómo pueden ir tan rápidos, uno tras otro se presentan ante mi para que me quede enganchados a ellos. Quizás consiga no hacerlo, pero enseguida viene el siguiente a decirme «Ey, estoy aquí ¿no has pensado en?… De esta forma esta mañana he podido pensar (sin quererlo ni desearlo) en mi agenda de la semana, en un proyecto concreto, en mi familia, en Noa, en próximos libros, en el día de hoy, en un amigo, en los temas políticos que hay sobre la mesa… y en 200 cosas más en tan sólo 15 minutos. Como puedes adivinar, todos esos pensamientos no han servido de nada.
Sin conexión. Lo curioso de todo lo que ocurre en la meditación es que no suele haber mucha conexión entre una cosa y otra. Puedes pasar de una sensación placentera de plenitud a pensar en qué tipo de tomates vas a comprar hoy para la ensalada. Es muy romántica la idea que muchos tenemos de «voy a meditar 15 minutos y a observar mi mente» o «voy a meditar sobre la abundancia»…. Estos propósitos suelen durar 30 segundos cuando te pones a meditar.
Empiezas a meditar sobre cómo salvar el mundo y a los 10 segundos estás pensando en la mejor forma de preparar un yogurt casero.
Voces. No sé tu, pero muchas veces dentro de nosotros, cuando estamos en silencio (quizás es el motivo por el que muchas personas no están nunca en silencio) escuchamos unos y otros personajes, inventados, instantáneos, o quizás personas allegadas. Es algo así como que en tu mente aparece toda una película, un bueno, un malo, un gracioso, una víctima, un agresor…. Uno que dice «Voy a concentrarme», otro que trata distraerme diciendo «Eh, cuidado con tu agenda de mañana, tienes un día complejo»… y así indefinidamente.
Algunas conclusiones que voy sacando, además de que quizás tendría que tomarme la pastilla azul, son:
- En nuestra mente somos caóticos.
- Nuestra mente, quizás no sea tan importante como creemos. Hay conciencia más allá de la mente, verdades inmutables en las que quizás no exista miedo, ansiedad o estrés, sino paz, claridad y amor.
- El silencio juega un papel fundamental en la comprensión de nosotros mismos.
- La verdadera inteligencia no tiene tanto que ver con aspectos mentales, sino más bien intiutivos, por lo tanto van por un camino diferente al mental que ya conoces.
- Meditar no tiene que ver con dominar o gestionar tu mente, sino más bien con empezar a comprenderla. De ahí que te invite a, como dicen los japoneses, a sentarte sin hacer nada.
- Hoy y siempre, medita. Son incontables los beneficios, aunque algunos días, como hoy, sólo te des cuenta de la ingobernabilidad de tus pensamientos.
Disfruta de este día.
2 comentarios en “La mente ingobernable”
Necesito ayuda
Agradecido Cesar, por tan profunda reflexión, gracias por tu aporte y el tiempo que tomas por aportar valor a quienes te rodean y seguimos. Bendiciones Infinitas