La magia de las buenas personas

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Tiene 94 años, no toma ninguna pastilla, este mes de Febrero cumplirá 95. Tuvo un único hijo, mi padre, que murió hace 35 años, cuando yo contaba con 2 y mi hermano con 6. Desde entonces él y mi abuela han llevado luto. Es mi abuelo, y si lo tuviera que definir lo definiría como una buena persona…

Hace tan sólo tres años (con 91) me ayudó a reformar el cuarto de baño del apartamento, subió y bajó los 4 pisos 5 veces en la misma tarde, cargado de sacos y escombros. Y se reía y sentía tan feliz como un niño.

Hoy tiene mucho más pelo en la cabeza del que tenía yo hace 10 años, y casi todo su cabello sigue siendo de color negro. Anda despacio, pero no cojea, lo hace tranquilo y seguro.

Ha sobrevivido a una guerra civil, le pilló con 15 años (nos ha contado mil batallitas) y también pasó luego por un campo de concentración. Después estuvo 3 años haciendo el servicio militar en Melilla. Vivió la postguerra y todo lo que vino después.

Es una persona alegre, que no te reprocha nada, que te acepta tal cual eres, incluyendo mis defectos, mi falta de tiempo para ir a verlos, a él y a mi abuela. Cuando no entiende algo, la mayoría de las veces, porque está prácticamente sordo (aunque lleva dos aparatos), sonríe y te hace un guiño.

A mi hermano y a mi nos ha enseñado casi todo lo útil y práctico que sabemos hacer en la vida. Con él hemos jugado a todo, construído tirachinas, arreglado bicicletas, reparado cualquier cosa (antes todo se reparaba), plantado en un huerto, pescado, ido de acampada, bañado en cualquier lugar. Nos lo ha consentido todo, pero también nos ha enseñado dónde están los límites y los peligros.

Lo primero que nos regaló fue una pequeña caja de herramientas a cada uno. Cada tarde de nuestra infancia salíamos a algún lugar los tres, a vivir aventuras. Hemos hecho todo lo realizable y nos hemos metido en casi todos los líos posibles…hoy con las bicis, mañana a volar las cometas, pasado iremos de pesca…

Eran otros tiempos. Entonces, con 4 y 8 años, cruzábamos a pie la autovía V-30 en Valencia una tarde sí y la otra también. Todavía no habían habilitado los 4 carriles, había menos coches. Nos metíamos en el cauce del río y nos poníamos a saltar de piedra en piedra de un lado para otro, también le debo a él mi sentido del equilibrio.

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Ayer a mi abuela, con 90 años la llevaron a urgencias. Tan sólo es una insuficiencia respiratoria, está ingresada, pero no será nada. Se fueron los dos juntos en una ambulancia, como suelen hacer siempre. Él estuvo todo el día sólo en la sala de espera, tratando de escuchar por megafonía si le llamaban para ir a acompañar a su mujer. Yo llegué a las 6 de la tarde y me lo encontré esperando, como siempre, feliz, preguntándome con una sonrisa «¿Qué, cómo va el trabajo?»

«¿Has comido algo durante el día?» le dije. «No, a mi no me hace falta» me respondió. «Anda calla» le dije riendo «Voy a por algo de merienda y ahora vengo».

Ya avanzada la tarde a mi abuela la llevaron a una habitación, la 315. Todo estaba bien, pero mi abuelo seguía preocupado con lo suyo «Oye ¿tengo en casa unos tomates para ti que te tienes que llevar?» me dijo, «¿Cuándo vendrás a por ellos? son así de gordos (mientras hacía el gesto propio con la mano)».

La felicidad tiene que ser algo así, llegar a los 94 años, tener salud y a tu lado a tu mujer, no necesitar nada más, haber pasado un día en urgencias y estar únicamente preocupado porque tu nieto tiene que llevarse unos tomates que has comprado para él.

Son tantas lecciones las que nos enseña. Qué maravilla.

A todos los abuelos y abuelas. Gracias.

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41 comentarios en “La magia de las buenas personas”
  1. Alicia Palacios, Coach Ontológico

    Hola César! gracias por contar esta experiencia, me hiciste recordar tanto a mi abuela… ya no tengo abuelos ahora, y recordarla a ella, que fue con la que más pude compartir, me ha regocijado el alma.

    Gracias,

  2. Mi abuelo murió en julio del año pasado. Se llamaba Juan de Dios. Tenía 92 años. Me enseñó a tener todos los días una pequeña ilusión y que esto se convirtiera en el motorcito de tu vida. Siempre derrochaba energía y alegría, murió queriendo aprender cada día más y más, nunca se puso límites. Y en los 10 días que pasó en el hospital por una «simple» caída, nos reímos juntos recordó su vida entera contándonos a mi hermana y a mi muchas cosas y el mejor regalo es que también nos enseñó a morir. Nos enseñó a irnos de esta vida que a veces parece que nunca pasa, que nunca termina. Y pienso que para vivir de forma auténtica hay que tener en el horizonte, que un día dejarás de hacerlo. Al final del artículo no he podido evitar llorar. Lo echamos de menos 🙂 . Gracias por tu artículo César.

  3. Preciosa y emotiva dedicatoria a tus abuelos César, y en especial a tu abuelo. Empatizo bastante con tu relato pues mi padre tiene muchas similitudes con tu querido abuelo. La edad, a primeros de 2016 cumple 91, una salud envidiable, tampoco toma ninguna pastilla, vivencias paralelas, desde la guerra y postguerra hasta la mili en Ceuta en su larga e intensa vida. Pero sobre todo esa vitalidad esencial que le hace sentirse capaz de comerse aún el mundo.
    En este momento de mi vida admiro profundamente a las personas de «cierta edad», no sólo a mis padres, también a personas allegadas y a mis queridas paisanas y paisanos de mi pueblo cordobés, a los que descubrí hace 5 años y con los que viajo al menos una vez al año. A estas personas las busco y necesito su presencia, contacto y sus constantes lecciones de vida.

  4. Que bien llega en esta época…. el afecto a nuestras raíces familiares en especial nuestros abuelos que tanto nos aportan con su amor y tranquilidad para enfrentar con valentía este caos de vida. Un abrazo Cesar, Haces parte de la magia espiritual, bendiciones para ti y tu familia que hacen lucir al Amor a través de las generaciones….

  5. Grandes lecciones de la vida condesadas en unos instantes. Qué poco hace falta para ser feliz en la vida!!!… por qué nos cuesta tanto darnos cuenta?… y lo más impresionante…. por qué no obramos en consecuencia????

    Un fuerte abrazo, César!

  6. Muchas gracias por compartirlo. Estoy leyendo la historia de la semana pasada con mis padre. De la edad de tus abuelos. Es una historia similar. Siempre pensando en los demás. Muchas, muchas gracias por contarlo y que les vaya muy bien, César.

  7. Gracias César por compartirlo, me ha alegrado el día y me ha emocionado. Dale un abrazo a tu abuelo y disfrútalo, creo que todos deberíamos tener su actitud en la vida.

    Un abrazo.

  8. Hola César, el próximo lunes mi abuelo cumple 94. Medio en broma, medio en serio…siempre he dicho que de toda la familia él es el que tiene la cabeza «mejor» puesta. Por lo que comentas nuestros abuelos debieron coincidir en la misma «escuela», vidas duras, difíciles y la sonrisa y buen humor que nunca faltan. Pedazo de abuelos que tenemos, cuánto todavía por aprender!! Por fortuna, desde que dejé la alta dirección tengo mucho más tiempo de compartir momentos únicos con mis seres queridos, entre ellos, mi abuelo. Un abrazo desde Huesca y cuida mucho de tu chica!!

  9. Estos son los mejores artículos, sin un consejo directo te lo dice todo: como vivir la vida, como ser feliz con lo que tienes.
    Enhorabuena porque lo que te enseña una persona así no se aprende en ningún libro!!

  10. Enhorabuena César por conservar a tus abuelos y por la felicidad que comentas que irradian. Que maravilla!!!
    Yo disfruté del mio hasta que cumplió los 92 y tambien sentía admiración por él casi tanto como por mi padre que nos dejó el año pasado con 74.
    Disfruta todo lo que puedas !!

  11. Que bonito..que lección de vida, eso si que es vivir el momento, disfrutar las pequeñas cosas de la vida…Cuanto te habrán enseñado!! El crecer así es un lujo..Si esta forma de vida se trasladara al trabajo, seguro que creceríamos mucho mas en todos los aspectos..
    Gracias por aportar!!

  12. Hola César, me he emocionado. Mi abuelo tiene 95 años y, salvando las posibles diferencias en su situación actual, el sentimiento de admiración que tengo por él coincide con el tuyo. Además, yo también diría que es una muy buena persona.

    Un abrazo.

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